El ChaparriUna Montaña de leyenda en la Costa Norte de Perú
José Maeda Ascencio
La montaña “El Chaparrí” se ubica en la parte nor-este del Departamento de Lambayeque en la costa norte de Perù dentro de la jurisdicción de las famosas tierras de Batán Grande, centro de origen y desarrollo de la cultura prehispánica que el autor denomina “Cicán” (o Sicán) desde junio de 1982. Varios son los enigmáticos relatos que refieren el poder místico y de “encanto” que posee el gran cerro, que en el concepto muchik era el “Alec Pong” o montaña sagrada de unos 1500 metros de altura, hoy parte central de la primera Reserva Privada del país con una extensión de aprox. dieciocho mil hás. La formación geológica presenta varias terrazas con bosques subtropicales y una fuerte pendiente escarpada (acantilado) en su parte sur. El temor que infunden los relatos sobre sus poderes mágicos han hecho que los pobladores nativos no osen escalarlo y a la vez, sea también centro de meditación y estudios de ufólogos peruanos y extranjeros y grupos esotéricos como “Rama”. En Batán Grande, por el año 1989, me enteré que aún vivía en el pueblo nativo de Illimo, unos 35 kms al oeste, por entonces, la única persona que había logrado subir el Alec Pong; acampado por el fotógrafo naturalista Heinz Plengue atravesamos a caballo el gran bosque que hoy es parte del Santuario Histórico de Pomac de unas seis mil hás densas de algarrobos (Prosopis palli –da) y otras especies como “zapote” (Capparis angulata) y “vichayo”(Capparis ovalifolia). Finalmente logramos ubicar al intrépido buscador de tesoros ocultos: el nonagenario don Manuel Santoyo Relaiza, nacido en 1896.
EN BUSCA DEL ORO DEL CHAPARRÍ
Don Manuel Santoyo nos recibió desconfiado, sentado con su bastón en la mano, meditando,evocando quizás las aventuras de sus años mozos en su natal Batán Grande; recordaba que un tal Rosendo Flores, poblador de Cayoyuc en la sierra peruana, era cuidador de la “tranca”(puerta rústica de palos) del sitio de Motupillo, pero además era “brujo” o mejor dicho, un tradicional “chamán” andino; él había escuchado sobre los poderes místicos del gran Chapparí y las fuerzas enigmáticas que custodiaban un tesoro pre-inca escondido en sus alturas. Guardó los elementos de su “mesa” en una “alforja”(altar del chamán: espadas, San Cipriano, cactus San Pedro, “mishas”- o hierbas alucinógenas-, “imanes”- o rocas ígneas-, tabaco macerado con alcohol, etc) y enrumbó al temido cerro, desafiante, para hacer el ritual que los sacerdotes o chamanes andinos practican desde el primer milenio antes de Cristo; nos cuenta don Manuel que el brujo o “maestro” se perdió en las alturas por casi tres meses; lo encontraron finalmente y para llevarlo al pueblo “tuvieron que lacearlo como animal porque se había alocado… lo refrescamos con agua y mas agua, hasta que al preguntarle donde había estado, nos dijo que había bajado del Chaparrí; yo le dije que para qué había subido y me respondió: pero si arriba es un pueblo; la gente camina como en la hacienda… hay casas y me mandaron de comisión a Zurita (otro cerro vecino “ encantado”); allá arriba es muy bonito”; lo escucharon atónitos. Don Manuel recordaba que en la gran pampa o llanura aluvial del Chaparrí vivía un pastor de cabras llamado Martín Nevado, un ermitaño que también respetaba la montaña; quizás era el momento de desafiar al cerro ; “con el permiso del Chaparrí empecé a ir los sábados tempranito y bajaba en la tarde con mi alforja, mi machete y mi escopeta; allá arriba hay una mina y una “laja”(roca en plancha) que si se abre un poco se ve abajo el oro que brilla; también he visto un reservorio bien grande”.
Como si realmente estuviera viendo lo que nos relataba, don Manuel continúa: “…esas minas son de los “gentiles”; el gringo Pablo Maivich también ha subido, pero con gente”; nuestro informante se refería a un veterinario suizo que vivió en la hacienda Batán Grande y la dejó después de la muerte de su propietario y amigo, don Juan Aurich Pastor, en 1936.La obsesión de escalar la montaña “encantada” no dejaba dormir a don Manuel; logró convencer a tres audaces hombres: Edilberto Purisaca de Jayanca, Santos Guevara de Ferreñafe y un tal Moscoso de Chimbote; con el chofer Lucho Díaz, hijo de su hermano Moisés, entraron al Chaparrí muy temprano por la ruta de este a oeste, por el pueblo de Chongoyape en donde se ubica “El Mulato”, cerro enemigo del Chaparrí según la leyenda; “… llevé también a mi hijo Pedro; empezamos a subir, nos cazó la tarde y dormimos arriba; como a eso de las diez de la mañana del día siguiente, escuchamos gritos de “¡corral… corral!”. Con los ojos que le brillaban de emoción, don Manuel continúa: “¿gente por aquí?... efectivamente, en un ratito aparecieron como cincuenta caballos y atrás, un señor bien montado; se paró delante de nosotros y nos preguntó qué hacíamos ahí. Medio molesto le respondí qué le importaba, si el cerro era de la hacienda; luego con un poco de miedo le dije que había subido a buscar unas vacas de Moisés Díaz; el hombre se rió y me dijo que Moisés no tenía vacas; el que tiene vacas soy yo, dijo, y como a media legua desapareció”. Le pregunté a don Manuel quien era el personaje y me respondió: “pero hijo, son los encantados que hay allá arriba… después que desapareció dábamos vueltas y vueltas y no encontraba el camino por el que siempre iba; después vi una casita y me acerqué a pedir agua… afuera, sentadita había una señora que nos negó el agua y nos indicó donde había un jagüey.
Aquel personaje que menciona nuestro relator, la tradición la conoce como “María Julca” y en las campiñas de Ferreñafe, unos 35 kms al sur-oeste de Batán Grande, la identifican como “La Antiba” que suele aparecerse en las “huacas”, mujer hermosa que “encanta”. Don Manuel asegura haber visto grandes “reservorios” (“jagüeyes” o manantiales naturales de agua cristalina) en los que “para bajar hay que utilizar escalera”; “también hay grandes buitres” afirmaba. Le pregunté que hay de cierto acerca de las peleas del Chaparrí con el Mulato de Chongoyape; elnonagenario se ríe y me dice: “¡pero que va a pelear!, si el Chaparrí es el papá de esos cerritos”. Don Manuel se refería ala montaña como si fuera realmente un ser vivo o un ente misterioso; seguramente delirando con El Chaparrí, don Manuel falleció hace varios años.
Hoy, el misterioso cerro es visitado por turistas e investigadores para admirar de lejos el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), el cóndor real (Sarcoramphus papa), quizás los” buitres grandes que vio don Manuel, el venado y hasta auquénidos (huanaco) en un programa de aclimatación y reproducción en la costa.
Mi padre ya fallecido, nisei agnóstico, me relató que cierta noche logró avistar luces “como chispas”en la cima del Chaparrí; otros aseguran haber escuchado música y los gnósticos creen que la montaña es el “Zentrax” de otra dimensión; hace pocos días-agosto 2005-unos vecinos avistaron una luz que se posesionó en una parte del cerro que evocan los curanderos en sus “cuentas” o cantos lastimeros de sus ceremonias. Heinz Plengue, que trabaja para reproducir en su hábitat natural al oso de anteojos en la Reserva del Chaparrí cree también que en el cerro suceden cosas raras; el famoso fotógrafo de Geo-Mundo y Nacional Geographic me dice que un amigo suyo se extravió en las alturas (cazador furtivo) y cuando lo encontró después de un día, éste había envejecido.
EL NOMBRE “CHAPARRI”
Algunos investigadores afirman que el vocablo “Chaparrí” es muchik, lengua extinguida por la segunda década del siglo XX en la costa norte peruana; Yo creo que el vocablo es del quechua Cañar de Ecuador; el historiador G’allino Domenack (“Los Cañares”) cita a un príncipe guerrero llamado “Chaparra” que colaboró con Pizarro para capturar a Atawallpac, líder Scire ecuatoriano (no Inca como se ha difundido históricamente en mi opinión); “Chaparra” enemigo y rival de Atawallpac guerreó contra las huestes scires comandadas por Rumiñahui, fiel general y tío del mal llamado “último inca”, y contra el valeroso Quisquis. Los cañares fueron derrotados finalmente por los scires y Atawallpac los desterró hasta un sitio inaccesible que hoy es el pueblo serrano de la Provincia de Ferreñafe llamado “Cañaris”, a unos 5 mil m.s.n.m.
El cronista español Pedro Ciezade León da cuenta que los “cañares eran temidos guerreros, indios altos que se dejaban crecer el pelo y se hacían un moño con una caña en medio”.Atawallpac se hizo custodiar por algunos cañares después; la leyenda que refiere la pelea del Chaparrí con El Mulato cada fin de año, podría ser precisamente la evocación legendaria de una cruenta lucha habida entre las huestes de Chaparra y las de Atawallpac, el primero acantonado en el Chaparrí y los segundos en El Mulato; en el quechua ecuatoriano “Chaparra” significa “observador”, nombre que perennniza a una de las montañas mas famosas del mágico mundo andino.
Con mucha razón entiendo ahora, don Manuel Santoyo me dijo: “…acuérdese, el Chaparrí maneja a todos esos cerritos… ¡es el papá de todos
No comments:
Post a Comment